sábado, 20 de marzo de 2010

PARA FRAN. CELIBIDACHE 16. EPÍLOGO DESDE LA TIERRA AL EPÍLOGO DESDE EL CIELO.

Si tuviera que explicarle a alguien lo que significa Fran para mí, la explicación sería algo así:
creo que hay gente que en la vida nos permite acceder a algo mayor que la simple persona.
Son palabras que escribimos con mayúscula.
Yo, a través de Fran, he sabido (me ha sido dado saber, como diría el otro) lo que es la Amistad.
Para mí es Amor menos Sexo más Admiración, una ecuación así.
Creo que jamás he sentido pena por él, o ha hecho nada que me entristeciera, lo cual es un lujo.
Y creo que cada paso que él ha dado, yo he tenido la absoluta certeza de que era un paso correcto. Como si fuera infalible, incluso en sus gestos más extranyos.


Una vez le expliqué a nuestro amigo común Jota lo que me inspiró Fran nada más conocerlo: fue "amistad-a-primera-vista", le dije a Jota.
Es la única fórmula que se me ocurre.
Supe enseguida que quería estar cerca de él.


Otro día íbamos Fran yo y nuestra amiga Laura.
Dábamos un paseo por el Borne.
De repente, Fran nos suelta: creo que soy una buena persona.
Laura y yo nos pusimos a cachondearnos de él, sobre todo porque adoramos echarnos unas risas.
Pero en el fondo los dos sabíamos que, no sólo él tenía razón y que era una buena persona, sino que más aún: probablemente era la mejor.


Otra cosa: esta es un poco larga de explicar.
Digamos que ambos queríamos aprender japonés, él se apuntó la fecha de inscripción mal y cuando fuimos a la escuela, los cursos de japonés ya estaban cerrados, habían empezado.
Yo, por apuntarme a algo, me apunté a lo que quedaba: alemán.
Hoy vivo en Berlín.
Le ocurre lo mismo que a su amado Gould: incluso cuando se equivoca, los resultados son interesantísimos, como veis.


Sólo hubo una cosa en él que realmente me chocó, hasta el punto de pensar: Dios!
Al poco de conocernos, me dijo en los comedores de la universidad que Ravel era un músico de segunda.
Es lo más escandalosamente falso que le he oído.
Si no, estoy casi siempre de acuerdo con lo que dice.
Y él expresa lo que yo pienso mucho mejor de lo que yo podría.


Un último recuerdo:
el verano pasado estuve un par de días en Barcelona y fui invitado a una de las, para mí, ya míticas meriendas de Fran y Mónica.
Me parece que fue entonces cuando le regalé Don Giovanni, pues me gustaría que algo que me vuelve loco a mí, le volviera loco a él.
Él me ensenyó a su vez algo que se había descargado, un ensayo del Requiem de Fauré.
Celibidache dirigía, of course.
Unos músicos que llegaban tarde a sus atriles, que casi "hacían pila", recibieron la bronca del director, como los ninyos en la escuela la reciben del maestro.
Que los adultos más serios puedan de repente convertirse en críos: esta constatación está al alcance de cualquiera con un cierto sentido de la observación.
Lo que vino después pertenece al orden de la revelación.
En el Pius Domine (melodía sublime), Celibidache le decía a Marie McLaughlin:
"No.
No intente cantar al tiempo.
Pues es usted quien CREA el tiempo."
Ella lo veía, nosotros lo vimos.
En ese momento de, para mí, profunda emoción, alguien, no recuerdo quién, se acercó y nos dijo:
"Vaya, parece que estáis a punto de llorar, ja, ja."
Con sus palabras nos trajo de donde estábamos de vuelta a la habitación.
Luego nos reímos.
Y luego, como es normal, hablamos de otras cosas.
Ese momento único, inolvidable, se lo debo a Celibidache, que lo produjo, y a Fran, que me lo mostró.
Gracias a los dos.
Y FELIZ CUMPLEANYOS, AMIGO!!!

1 comentario:

  1. Uau, que buen trabajo! muchas gracias! estoy investigando a Celibidache para mi tesis.

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