viernes, 25 de mayo de 2012

"La Casa del Sol y el misterio del tiempo", de Einojuhani Rautavaara.

"El final del invierno de 1987 fue excepcionalmente frío.
Una mañana, vi que los rododendros del jardín se habían helado. Poco después, leyendo el periódico, me enteré de que dos viejas damas, habitantes de Littoinen, en las cercanías de Turku, habían muerto de frío. Se trataba de una familia antaño muy pudiente que en 1917 había escapado de la revolución rusa para emigrar a Littoinen con todos sus mayordomos, criadas y preceptores. Allí compraron una casa, a la que pusieron el nombre de Solgården (Casa del sol).

La familia no era rusa: medio alemana, medio inglesa. En casa, se hablaba el inglés o el francés: eran europeos!
Pero en la Finlandia de los años 20, uno no podía prescindir del sueco o del finés.
John Thiess, el padre, no conocía esas lenguas. No encontró trabajo ni pudo fundar una empresa. Poco tiempo después, se vieron obligados a vender las joyas de la familia. John Thiess acabó pegándose un tiro en la cabaña de madera de la casa. Su hijo Victor, tras diversas tentativas, se encontró en el mismo callejón sin salida y se colgó de un manzano del jardín. Tras la muerte "natural" de la madre y el suicidio de la hermana mayor, sólo quedaron las gemelas Eleanor e Irene. El personal de servicio las había abandonado mucho antes de que se quedaran sin dinero. No obstante, las hermanas continuaron viviendo hasta 1987 en esa casa que se iba cayendo - alejadas del mundo, extrañas damas fantasmas que los habitantes del pueblo llamaban Noora y Riina.

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Al carecer de criados, no tenían la menor idea de cómo deshacerse de las basuras y los restos. Poniéndose sus guantes blancos, cogían las cáscaras de patatas y las espinas del pescado y los arrojaban a las habitaciones vecinas (para gran regocijo de las ratas). Una vez cada 10 años recibían visita (por ejemplo, de familiares de Inglaterra). Era imposible recibirlos sin que un lacayo los anunciara. Y por ello contrataron a un muchacho del pueblo, al que dieron un cursillo acelerado de ayuda de cámara.

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Se ha dicho que La casa del sol es una ópera sobre el exilio, donde se sigue el destino de los individuos y no el de las masas anónimas de las informaciones de prensa. La vejez es también un tema esencial, y esa mezcla extraña y aterradora de lo trágico y lo cómico en la vida humana. El subtítulo es, en efecto, "tragedia bufa". Es también una ópera femenina, si se la compara con mis obras precedentes...
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Finalmente, podemos considerar La casa del sol como un homenaje irónico a un periodo de la cultura europea que a principios del siglo pasado aún era real y que hoy día no es más que un sueño.

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